BENEFICIOS DE DECIR LO QUE PIENSAS
Psicología /COMUNICACIÓN
*10 BENEFICIOS DE DECIR LO QUE PIENSAS
Cuando
en la vida dejamos demasiado espacio a lo “políticamente correcto”, corremos el
riesgo de perdernos y crear relaciones frágiles en las que no llegamos a
conectar desde nuestra esencia sino tan solo a través de los convencionalismos
sociales. Las consecuencias son terribles, no solo para los demás sino sobre
todo para nosotros mismos. Ya lo había dicho el filósofo Gabriel Marcel: “cuando
uno no vive como piensa, acaba pensando cómo vive”.
Tampoco
se trata de convertirnos en kamikazes de la verdad usando la sinceridad como
excusa para herir a los demás y no trabajar en nuestra asertividad. Necesitamos
encontrar un punto medio en el que podamos decir lo que pensamos de la mejor
manera posible, por nuestro bien y el de nuestras relaciones.
¿Cómo decir lo que pensamos nos convierte en mejores personas?
1. Promueve la autenticidad. Tenemos un sexto sentido
para la mentira y la falsedad. De la misma manera que notamos cuando una
persona está fingiendo u ocultándonos algo, también nos percatamos cuando es
sincera y auténtica. Ser coherentes, decir lo que pensamos y actuar en
consecuencia, es una forma de autoexpresión que los demás suelen valorar
positivamente pues genera confianza. La autenticidad también evita las
disonancias cognitivas y los conflictos interiores, dejándonos más energía para
crecer como personas en la dirección adecuada.
2. Demuestra que estamos
comprometidos. Cuando
una persona no se encuentra dentro de nuestro círculo más íntimo, solemos
activar el personaje social que hemos construido. Ese personaje no nos ayuda
precisamente a consolidar un vínculo, sino que se encarga de mantener una
relación distante y políticamente correcta. Al contrario, decir lo que pensamos
en muchos casos puede ser una manera para demostrar a alguien que nos importa
lo suficiente como para dejar caer esa máscara social y “desnudarnos”
psicológicamente. Si la otra persona vale la pena, apreciará ese gesto.
3. Fortalece los vínculos. Cuando las personas se
relacionan desde la autenticidad y el respeto mutuo, la relación se fortalece.
Si sabemos que el otro es honesto y nos dirá lo que piensa, confiaremos en él y
bajaremos nuestras barreras. Ese tipo de confianza fortalece la relación, una
relación que va más allá de los convencionalismos porque significa que ambos
han conectado desde lo más profundo del “yo”, han abierto un pequeño resquicio
de sí para que el otro pueda explorar y conocerle
4. Es signo de madurez. A menudo se necesita más coraje
para decir lo que pensamos que para mentir. Si además sabemos expresar nuestras
opiniones y emociones con tacto y de manera asertiva, es una gran muestra de
madurez. La honestidad que no hiere es una especie de “súperpoder” que puede
convertirnos en personas especiales, el tipo de personas que los demás quieren
a su lado.
5. Elimina la basura emocional. Ocultar nuestros
sentimientos nos lleva a acumular una gran cantidad de “basura emocional”. Esas emociones reprimidas
pueden terminar haciéndonos explotar de la peor manera, cualquier situación
puede convertirse en la gota que colme el vaso. Al contrario, decir las cosas
cuando las sentimos nos ayuda a liberarnos de esas emociones negativas, para no
acumular rabia o rencor hacia los demás.
6. Nos libera de la carga cognitiva. Inventarse
historias y
contar mentiras añade una enorme carga cognitiva porque nos veremos obligados a
recordar esa realidad alternativa. A la larga, ello nos pasará una factura
psicológica en términos de tensión y estrés. Sin embargo, al decir de Mark
Twain: “si dices la verdad no tienes que recordar nada”. Ser
coherentes y honestos nos liberará de esa carga, evitando que tengamos que
recordar las mentiras o que tengamos que representar al “personaje” que hemos
construido pero que no se corresponde con nuestro “yo”. Decir lo que pensamos
es liberador.
7. Evita problemas a largo plazo. Las cuentas claras conservan
amistades, dice un refrán popular. Decir lo que pensamos, de manera que los
demás tengan claro cuáles son nuestras líneas rojas, nos ayudará a evitar
problemas provocados por malentendidos. Al contrario, ser demasiado permisivos
cuando algo nos molesta o contar mentiras puede generar grandes problemas en
nuestras relaciones y nuestra vida.
8. Promueve la autoaceptación. “Si no puedes decir la
verdad sobre ti mismo, no puedes decirla sobre otras personas”, dijo
Virginia Woolf. Para ser coherentes, es necesario partir de un nivel de autoconocimiento profundo. Debemos tener claras
nuestras ideas y valores, así como nuestras emociones. Solo podemos ser
coherentes y auténticos cuando nos conocemos lo suficiente y nos aceptamos.
También es fundamental ser conscientes de que nuestra opinión no es una verdad,
de manera que no desarrollemos una actitud prepotente y autoritaria que, en vez
de acércanos a los demás, nos aleje.
9. Ganamos autoconfianza. Muchas veces mentimos porque, en nuestro
cálculo mental, la mentira es más conveniente que la verdad. A veces tenemos
miedo de lo que los demás puedan pensar de nosotros si nos expresamos de manera
auténtica y, para preservar esa imagen que hemos construido, optamos por el
camino más sencillo. Abrazar la honestidad, al contrario, nos ayudará a perder
el miedo a lo que piensen los demás y reforzar nuestra autoconfianza.
10. Atrae más honestidad. Decir lo que pensamos a
menudo tiene un “efecto replicativo” porque anima a quienes nos rodean a decir
lo que piensan. Debemos recordar que muchas personas reaccionan mirándose en el
espejo que les mostramos, por lo que, si nos relacionamos desde la mentira y
los convencionalismos, tenderán a hacer lo mismo. Al contrario, si somos
honestos tendremos más probabilidades de que los demás se sientan lo
suficientemente cómodos como para decirnos lo que piensan. Después de todo, “puede
que ser honestos no nos consiga muchos amigos, pero siempre nos conseguirá los
correctos”, según John Lennon.
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