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sábado, 26 de enero de 2019
LA ARRROGANCIA Y LA SOBERBIA NACE DE LA IGNORANCIA Y LA INSEGURIDAD
Psicología /desarrollo personal
Sin embargo, la actitud arrogante se desarrolla muy
temprano en la vida. Un estudio realizado en la Universidad de Yale descubrió
que los niños pequeños de entre 5 y 7 años ya muestran cierto pensamiento
arrogante pues creen que pueden saber más de los adultos. En algún momento a lo
largo del desarrollo, abandonamos esa postura egocéntrica y nos formamos una
imagen más objetiva de nosotros mismos y del mundo.
Al parecer, la persona arrogante no da ese paso
madurativo, sigue creyendo que puede ganar siempre y, lo que es aún peor, cree
que merece ganar siempre. Esto nos indica que, en la base de la arrogancia se
esconde una actitud infantil y un problema de autoestima. De hecho, creerse
superiores suele ser un mecanismo de defensa que demuestra que en
realidad esa persona no tiene tanta confianza en sí misma. Al respecto, Fulton
John Sheen dijo que “la arrogancia es la manifestación de la debilidad, el
miedo secreto hacia los rivales”.
¿Cómo es una persona
arrogante?
La persona arrogante puede parecer atractiva y
agradable al inicio ya que suele transmitir una imagen de seguridad y
confianza. Por eso, es normal que caigamos en sus redes, hasta que nos damos
cuenta de que todo comienza a girar a su alrededor y dejamos de sentirnos bien
en su compañía ya que cada vez nos sentimos más pequeños y
menospreciados.
1. Deseo exagerado de
recibir elogios
Un rasgo distintivo de la gente arrogante es que
buscan constantemente la admiración de los demás. La arrogancia se alimenta de
los halagos, por lo que estas personas siempre intentarán sacar a colación sus
logros, ya sean reales o ficticios. Por eso, no les gustan las personas seguras
que se muestran indiferentes y no caen rendidas a sus pies.
2. Hablar constantemente
de sí mismo
La arrogancia está íntimamente vinculada al
egocentrismo. Por eso, el tema preferido de una persona arrogante versa sobre
sí misma. Esta persona intentará acaparar la conversación para atraer la
atención sobre sí. Cuando el tema cambia, intentará reconducirlo hacia sus logros,
aunque ello implique interrumpir a los demás. Obviamente, esta persona no
muestra mucha empatía, asume las relaciones interpersonales en un solo sentido:
los demás deben dar y ella solo debe limitarse a recibir.
3. No reconocer los
errores ni aceptar las críticas
La gente arrogante defiende su autoestima a capa y
espada, por lo que no suele reconocer sus errores. Nunca se equivocan y siempre
encuentran una justificación cuando les hacen notar algún error o defecto. La
culpa siempre es de otra persona o de las circunstancias, no asumen sus
responsabilidades. Por supuesto, tampoco aceptan las críticas. Cuando ven venir
una crítica, asumen una actitud defensiva y ni siquiera escuchan lo que les
dicen.
4. El perdón no existe en
su vocabulario
Dado que las personas arrogantes no hacen nada mal,
les resulta muy difícil pedir perdón o disculparse. Para ellos, el problema
siempre radica en la otra persona, por lo que no es extraño que aunque se hayan
equivocado, esperen o incluso demanden una disculpa. Esa actitud arrogante es
una de las que más problemas genera en sus relaciones interpersonales y la que
hace saltar todas las alarmas.
5. Intolerancia hacia lo
diferente
Las personas arrogantes critican a los demás,
enfatizan los errores y debilidades de quienes no cumplen con sus altos
estándares. El problema es que su autoestima se apuntala sobre los “defectos”
ajenos ya que necesitan hacer sentir inferiores a los demás para sentirse
superiores. En la base de esa intolerancia se encuentra un pensamiento
arrogante y dicotómico. A menudo estas personas piensan que las cosas solo se
pueden hacer de un modo, lo cual revela una falta de profundidad y perspicacia
para apreciar la diversidad. De hecho, la peor arrogancia es la que proviene de
la ignorancia.
6. Sobrecompensar las
debilidades
En el cuadro que dibuja cómo es una persona
arrogante no puede faltar el temor a que los demás descubran sus puntos
débiles, por lo que adoptará una estrategia para sobrecompensarlos con
actitudes arrogantes. Por eso, suelen hablar alto, quieren imponer sus ideas
sin dar lugar al diálogo y ocultan sus inseguridades tras comportamientos que
denotan poder. “El saber y la razón hablan, la arrogancia y la ignorancia
gritan”, dijo Arturo Graf.
7. Actitud
intimidante
Se ha comprobado que la gente arrogante también es
socialmente dominante. Estas personas no tienen reparos para expresar su ira,
sobre todo contra los más débiles emocionalmente, hasta el punto de que llegan
a usar estrategias de intimidación para imponer sus puntos de vista y hacer
valer su “superioridad”. A menudo la actitud arrogante e intimidante se
sustenta en técnicas de intimidación intelectual.
¿Cómo tratar a una
persona arrogante?
Si permites que las personas arrogantes entren en
tu vida y les das demasiada importancia, pueden terminar haciendo añicos tu
autoestima, haciéndote sentir inferior y de escasa valía. Sin embargo, dado que
no puedes escapar de ellas, lo más inteligente es aprender a lidiar con sus
actitudes arrogantes.
1. No cedas el
control. Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento. Por tanto, se
trata de detectar los mecanismos psicológicos que pone en marcha la persona
arrogante y no permitir que hagan mella en ti. Aprende a darle a cada
comentario o actitud, la importancia que merece, ni más ni menos. No culpes al
otro por hacerte sentir inferior, en su lugar pregúntate qué botón ha tocado en
tu interior que necesitas reforzar. Puedes aprovechar esa experiencia para
conocerte mejor y crecer.
2. No le sigas el juego. La soberbia se alimenta de los elogios y la admiración. Por tanto, la
actitud arrogante se combate eliminando el combustible que le permite crecer.
Eso significa que no debes dejarte impresionar por sus supuestos logros y
capacidades. También significa que no debes permitir que te haga sentir poca
cosa. Para tratar con una persona arrogante debemos ser conscientes de que
todos somos diferentes, tenemos distintas capacidades y debilidades. Y eso no
nos hace mejores ni peores que los demás.
3. Defiende tu postura. Es importante saber qué batallas merece la pena luchar y cuáles solo
nos reportarán un malestar innecesario. Cuando valga la pena, mantente firme en
tu postura. Si ves que no es posible mantener una discusión civilizada, puedes
zanjar el tema diciendo que respetas su postura, pero no la compartes.
4. Haz que se mire al
espejo. Si las palabras o actitudes de la persona arrogante te han dañado, no
tengas miedo en colocarla delante de un espejo, en el sentido figurado.
Explícale lo que piensas de su actitud y los efectos que ha tenido sobre ti. No
se trata de asumir un tono recriminatorio y acusativo sino de expresar tu
opinión y sentimientos, de manera que esa persona pueda darse cuenta del daño
que causa con su actitud arrogante.
5. Ríete. El sentido del humor es una excelente coraza contra las personas que,
de manera consciente o inconsciente, quieren hacernos daño. Por tanto, usa el
sentido del humor como un arma a tu favor para proteger tu integridad
psicológica. Encontrarle el lado absurdo a los comentarios y actitudes de las
personas prepotentes te ayudará a no sentirte intimidado.
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